Tres
sonrisas familiares me reciben al llegar al hall del restaurante del Lythe Hill
Hotel. Son mis compañeros Alex, Patryk y Crisitina que, salvo alguna sonrisa de
complicidad, me reciben muy profesionalmente.
Patryk,
en su papel de anfitrión de la New Room, me acompaña hasta mi mesa, la nº28. Ésta
no es una mesa cualquiera. Podríamos decir que se trata, en mi opinión, de la
mejor mesa de la parte nueva del restaurante. Su ubicación la convierte en el
rincón más tranquilo, romántico y privado de la sala, además de concederle una
posición privilegiada de las vistas de los preciosos jardines del hotel, situados
junto al parque natural de South Downs.
Durante
el despliegue de detalles de calidad por parte del camarero al sentarme en la
mesa, como la colocación profesional de la servilleta, el ofrecimiento de los
diferentes tipos de agua y un rico menú abierto estratégicamente por la parte
de los cóckteles y aperitivos,…no puedo evitar acordarme de la última vez que
visité el bar del hotel que está junto a esa misma parte del restaurante.
Aquella vez, me acompaña el que iba a ser mi compañero de cuarto en un futuro,
Santi. (Como sé que él no lee estas cosas puedo decir que soy el más afortunado
del staffblock por contar con él como compañero). Sin demorarme mucho ni entrar
en más detalles, recuerdo que en aquella ocasión, él pidió un gintónic (o dos)
y yo un martini. Así que, en su honor, he repetido el gesto y empecé mi cena
con un Dry martini a mi gusto: doble shot de martini, agitado que no removido,
con un shot de ginebra, servido en vaso ancho.
Al
mismo tiempo que llegaba mi merecido aperitivo, una pequeña degustación
(detalle del chef) salía de cocina dirección…mi estómago. Un delicioso “pork
terrine” en miniatura me mandaba un mensaje de bienvenida de mi amigo en
cocina, Jack.
Como
llevaba tiempo deseando probar la nueva carta, había pensado más de una vez qué
quería pedirme una vez tuviese la oportunidad de sentarme a degustar el menú
del restaurante. Así que no tardé mucho en decidir mi starter y mi main.

Por si
no fuera poca la calidad de la comida ofertada, el servicio atento del
restaurante cuidaba en todo momento cada detalle, ofreciéndome la mayor de sus
atenciones.
El
segundo plato o “main course” no me pillo desprevenido pero sí lo hizo su
sabor. “médium-rare” es la forma perfecta de disfrutar de este plato para los
amantes de la buena carne. Una combinación de texturas y sabores (mí admiración
a la combinación de verduras y manzana junto al “Breast of Gressingham Duck)
que sólo podía mejorarse con una buena copa de vino. Por supuesto, el gran
servicio de camareros me conquistó con ese detalle al servirme en el mismo
momento que salía mi plato, una copa de Shiraz, un vino con carácter, cuyo
distinguible toque a madera acompaña perfectamente a cualquier carne de caza.
Cuando
creía que no podía más, el recuerdo de un fuerte pero agradable aroma me vino a
la cabeza, ¿era el queso azul o aquel queso cremoso?...daba igual, ya estaba
decidido: “Lythe Hill Cheese Selection”.
El
postre perfecto para acabar mi copa de vino. Servido con crackers de varios
tipos y un racimo de uvas cuyo contraste te hace ver las estrellas…me ayudó a
finalizar mi cena, o mejor dicho: mi gran cena, con una sonrisa de satisfacción.
Y ya
para mi deleite personal y rompiendo con el buen gusto de algunos, un “ron-cola”
en homenaje a mis “habituales y lejanos” amigos y compañeros de cena, para
terminar de digerir una estupenda, bien cocinada y mejor servida cena.
(Del ron-cola no tengo foto...pero sí del café "macchiato" que me tomé para espabilarme)
Mi
enhorabuena al equipo que conforma el restaurante del Lythe Hill Hotel, Resort
& Spa por tan exquisita cena.
Por
supuesto, y después de lo bebido, me escabullo del restaurante tras pagar una
ostentosa cantidad de dinero (a pesar del descuento de staff) de manera
discreta camino de mi habitación donde ahora mismo estoy escribiendo este post
que pienso compartir en 3….2…..1……
Enjoy
it! ;)
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