lunes, 18 de marzo de 2013

Eres la canción que tarareo cuando me siento feliz...


Eres la canción que tarareo cuando me siento feliz...

Eres la sombra de todas mis sonrisas,
El porqué de mi mirada perdida,
de mi falta de atención en el trabajo,
de mis noches en vela y los maratones de vueltas en mi cama.
También de "los 10 minutos más" cuando sueño contigo y no quiero despertar.


Yo soy el rayito de sol que entra por tu ventana,
el que te acaricia la mejilla y el que te hace cosquillas.

Soy el suspiro que sale de tu boca y acaba con una sonrisa,

Soy el chiste tonto que te provoca una carcajada...cuando nadie te ve, cuando estás sola...

Soy el dedo en tu espalda, el que baja suavemente, el que te hace vibrar.

Tú eres mi luna...Yo soy tu sol y tus estrellas.

lunes, 4 de marzo de 2013

Ese premio merecido


Tres sonrisas familiares me reciben al llegar al hall del restaurante del Lythe Hill Hotel. Son mis compañeros Alex, Patryk y Crisitina que, salvo alguna sonrisa de complicidad, me reciben muy profesionalmente.

Patryk, en su papel de anfitrión de la New Room, me acompaña hasta mi mesa, la nº28. Ésta no es una mesa cualquiera. Podríamos decir que se trata, en mi opinión, de la mejor mesa de la parte nueva del restaurante. Su ubicación la convierte en el rincón más tranquilo, romántico y privado de la sala, además de concederle una posición privilegiada de las vistas de los preciosos jardines del hotel, situados junto al parque natural de South Downs.

Durante el despliegue de detalles de calidad por parte del camarero al sentarme en la mesa, como la colocación profesional de la servilleta, el ofrecimiento de los diferentes tipos de agua y un rico menú abierto estratégicamente por la parte de los cóckteles y aperitivos,…no puedo evitar acordarme de la última vez que visité el bar del hotel que está junto a esa misma parte del restaurante. Aquella vez, me acompaña el que iba a ser mi compañero de cuarto en un futuro, Santi. (Como sé que él no lee estas cosas puedo decir que soy el más afortunado del staffblock por contar con él como compañero). Sin demorarme mucho ni entrar en más detalles, recuerdo que en aquella ocasión, él pidió un gintónic (o dos) y yo un martini. Así que, en su honor, he repetido el gesto y empecé mi cena con un Dry martini a mi gusto: doble shot de martini, agitado que no removido, con un shot de ginebra, servido en vaso ancho.

Al mismo tiempo que llegaba mi merecido aperitivo, una pequeña degustación (detalle del chef) salía de cocina dirección…mi estómago. Un delicioso “pork terrine” en miniatura me mandaba un mensaje de bienvenida de mi amigo en cocina, Jack.

Como llevaba tiempo deseando probar la nueva carta, había pensado más de una vez qué quería pedirme una vez tuviese la oportunidad de sentarme a degustar el menú del restaurante. Así que no tardé mucho en decidir mi starter y mi main.

Unos “Seared scallops” aparecieron en mi mesa de manera sorprendente ayudados por la distracción de una copa de Viogner bien servida por mi amigo Patryk. Sólo puedo decir que las expectativas se cumplieron con respecto a este exquisito plato, bien presentado y mejor servido.


Por si no fuera poca la calidad de la comida ofertada, el servicio atento del restaurante cuidaba en todo momento cada detalle, ofreciéndome la mayor de sus atenciones.

El segundo plato o “main course” no me pillo desprevenido pero sí lo hizo su sabor. “médium-rare” es la forma perfecta de disfrutar de este plato para los amantes de la buena carne. Una combinación de texturas y sabores (mí admiración a la combinación de verduras y manzana junto al “Breast of Gressingham Duck) que sólo podía mejorarse con una buena copa de vino. Por supuesto, el gran servicio de camareros me conquistó con ese detalle al servirme en el mismo momento que salía mi plato, una copa de Shiraz, un vino con carácter, cuyo distinguible toque a madera acompaña perfectamente a cualquier carne de caza.

Cuando creía que no podía más, el recuerdo de un fuerte pero agradable aroma me vino a la cabeza, ¿era el queso azul o aquel queso cremoso?...daba igual, ya estaba decidido: “Lythe Hill Cheese Selection”.

El postre perfecto para acabar mi copa de vino. Servido con crackers de varios tipos y un racimo de uvas cuyo contraste te hace ver las estrellas…me ayudó a finalizar mi cena, o mejor dicho: mi gran cena, con una sonrisa de satisfacción.

Y ya para mi deleite personal y rompiendo con el buen gusto de algunos, un “ron-cola” en homenaje a mis “habituales y lejanos” amigos y compañeros de cena, para terminar de digerir una estupenda, bien cocinada y mejor servida cena.

(Del ron-cola no tengo foto...pero sí del café  "macchiato" que me tomé para espabilarme)


Mi enhorabuena al equipo que conforma el restaurante del Lythe Hill Hotel, Resort & Spa por tan exquisita cena.












Por supuesto, y después de lo bebido, me escabullo del restaurante tras pagar una ostentosa cantidad de dinero (a pesar del descuento de staff) de manera discreta camino de mi habitación donde ahora mismo estoy escribiendo este post que pienso compartir en 3….2…..1……


Enjoy it! ;)


La cafetería de los sueños dulces


Es aquí donde mi tristeza se consume entre fogones, se diluye en café caliente y se cubre con una suave crema de leche. Donde mis pesadillas y mis miedos desaparecen silenciados por la música del hilo musical y donde mi sonrisa vuelve a aparecer.

Es aquí donde pienso más en ti, mirando la silla que, vacía, se encuentra frente a mí. Vacilante, provocadora, como diciendo,...¿a que la echas de menos?

Es aquí donde el sueño de un mañana mejor cobra color, redefine sus lineas y luce su mejor aspecto cobrando forma. Es aquí donde Oxford suena con su mejor acento británico. Desde esta cafetería puedo incluso oler el césped cortado del campus, escuchar las risas de los estudiantes saliendo de la cafetería o ver a los pájaros buscar los rayos de sol que cruzan entre las viejas paredes de los colleges.



Estoy sentado en un sofá de esta mágica cafetería pero también estoy en ese asiento de tren saliendo de Haslemere. Estoy cansado, hambriento, cargado de maletas...pero puedo ver, con gran alegría en mi corazón, una cara sonriente reflejada en el cristal de mi cabina. Lo has conseguido.


Bebo un sorbo de mi capuccino, cierro los ojos, escucho la música entremezclada con el ruido del motorcito del expositor de sandwiches, la cafetera, los vasos tintineando en la barra,...el megáfono del tren, el silbato del revisor, el gentío,...

...pero luego, abro los ojos, y sigo aquí. Esperando. 

Y por un instante he viajado al futuro, a un lugar mejor,...desde esta cafetería en la que los sueños pasan de ser amargos a dulces.