Queremos ser felices y nos cegamos en ello. No vemos más allá de lo que queremos ver. A veces la realidad no es lo que perciben nuestros ojos y sólo somos capaces de verlo cuando lo inevitable ha llegado.
¿Cuántas veces no hemos visto lo que nos conviene, lo que realmente nos haría felices y cuántas veces hemos creído lo contrario?… somos errores de nuestras propias malas decisiones. Por más que queramos, en nuestra cabeza o en nuestro corazón, ya hemos tomado la decisión antes de que salga una palabra de nuestros labios.
Aún recordando tiempos mejores o, simplemente tiempos pasados, no sabemos todavía discernir si aquello era fantasía o realidad, si aquello era verdadero amor o una simple ilusión de ello. Un fantasma que nos atormenta y nos sigue siempre. El deseo de ser felices, de ser amados y correspondidos…
Ya no sabes si la oportunidad es pasado, presente o futuro pero te niegas a pensar que de todo aquello no puede venir algo mejor.
Sólo piensa, el camino es largo y empedrado, a veces cuesta arriba y otras cuesta abajo, no siempre verás señales y tendrás que guiarte por tu instinto,…pero no tengas miedo, el final llegará, tarde o temprano. ¿Qué tal si durante el camino “pintas” tus fotos del paisaje? ¿Qué tal si disfrutas de las vistas y memorizas cada amanecer, cada atardecer…cada rayo de sol y cada brisa que llega cuando adormece el cielo y la noche te acompaña?

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